Como si fuera poca la burocracia que tenemos que sufrir, algunos se empeñan en aumentarla.
Como si además fuera poco el aumento, algunos se empeñan en hacerla radicalmente incomprensible.
Y por si todavía no fuera bastante, hay dos herramientas -necesarias e útiles- que se están utilizando muy mal: la traducción asistida y las consideraciones de género.
Veamos un clarísimo ejemplo: el nuevo decreto de residuos de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta en funciones. En primer lugar se observa el resultado del empleo automático y con escaso criterio del traductor automático galego-castellano, como se señala con la cursiva.
» Art. 4 º 2. Procedimiento simplificado de recogida de un o varios tipos de residuos a uno incluso productor:
Documento de control y seguimiento para la recogida de un o varios residuos (modelo SXCR-3).
De esta forma se procede a establecer un régimen común de deberes para los productores de residuos no peligrosos y para los productores de residuos de construcción y demolición, categoría específica de los primeros, evitando así la existencia de controles diferentes para actividades con el incluso riesgo ambiental.
2. Se establece el plazo máximo de un mes, a contar desde la data de envío o recepción de un residuo, para anotar en el libro de registro el correspondiente traslado
Junto a estos errores de traducción se ha de sumar el uso inapropiado de las consideraciones de género, porque desdoblar el uso del género para referirse a personas jurídicas (empresas) ya se hace surrealista. Pero veamos algún ejemplo tomado de este mismo decreto:
El/la gestor/a recogedor/a entregará una copia del documento de control y seguimiento (SXCR-3), debidamente cubierto y firmado, al/a la productor/a, conservará una copia para su archivo
Una vez conformado el documento con la firma y sello del/de la productor/la y del/de la transportista, el/la productor/a conservará una copia provisional, la que le servirá como justificante de la entrega del residuo, y entregará cuatro copias más al/a la transportista.
El texto, ya de por sí farragoso, se convierte en ilegible.
Creo que ante esta situación, lo que debemos es someternos al imperio del sentido común, redactar textos sencillos y claros y emprender, con la mayor intensidad, una actividad de ‘alivio burocrático’ que nos permita centrarnos en lo fundamental, en lo que de verdad preocupa a las personas.
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